La Sociedad de Control y su Impacto en la Educación del Siglo XXI: Una Perspectiva desde Foucault

 

En la obra "La sociedad de control: una mirada a la educación del siglo XXI desde Foucault", se aborda uno de los conceptos más relevantes para comprender la dinámica social contemporánea: la transición de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control. Este cambio paradigmático, analizado a la luz de la teoría foucaultiana, ofrece una visión crítica sobre la manera en que las estructuras de poder influyen en la educación y en la formación de los individuos en la era digital.

La sociedad disciplinaria, según Foucault, se caracterizaba por instituciones cerradas y centralizadas, como las escuelas, prisiones y hospitales, donde el control y la vigilancia se ejercían de manera visible y jerárquica. Sin embargo, en la actualidad, nos encontramos inmersos en una sociedad de control, donde los mecanismos de poder son más sutiles, flexibles y omnipresentes. En este contexto, la educación desempeña un papel fundamental como dispositivo de normalización y regulación de la conducta individual y colectiva.

 “Foucault analiza los discursos y prácticas como formas de poder en la sociedad disciplinaria, los cuales configuran una individualidad determinada: el cuerpo dócil. Tras la Segunda Guerra Mundial, nuevas modalidades de poder dan lugar a la sociedad de control, conformando una individualidad autogobernada. En la educación secundaria actual aparecen tanto formas del régimen disciplinario como del régimen de control”.[1]

 Las investigaciones foucaultiana se fundamentan el análisis de los discursos de exclusión, sanción y vigilancias como medida de monitoreo y coerción del ser para poder amoldar sus procederes y en especial sus procesos de socialización; haciendo ver al hombre como un objeto donde prevalezcan las medidas restrictivas, emanadas de su misma naturaleza humana.

 Uno de los aspectos más relevantes de la sociedad de control en el ámbito educativo es el uso de la tecnología como herramienta de vigilancia y monitoreo. En las aulas del siglo XXI, los estudiantes están constantemente expuestos a dispositivos digitales y plataformas en línea que recopilan datos sobre su rendimiento académico y su comportamiento. Esta digitalización del aprendizaje no solo facilita la recopilación de información, sino que también promueve un ethos de autocontrol y autocensura entre los estudiantes, quienes internalizan la vigilancia como parte de su experiencia educativa.

 La idea del Panoptismo, introducida por Foucault en su obra "Vigilar y Castigar", resulta especialmente relevante en el contexto de la sociedad de control. El Panoptismo se refiere a un sistema de vigilancia en el que los individuos son constantemente observados, aunque no necesariamente vigilados en todo momento. La mera posibilidad de ser observados es suficiente para inducir el cumplimiento de las normas y la conformidad con las expectativas sociales. En el ámbito educativo, el Panoptismo digital se manifiesta a través del uso de cámaras de seguridad, software de seguimiento y análisis de datos, que crean un ambiente de supervisión constante y una sensación de autoconciencia entre los estudiantes.

 “La investigación foucaultiana está orientada al análisis de estas prácticas y discursos de exclusión, de sanción, de vigilancia, de examen, de distribución, de diferenciación, de homogeneización, que constituyen al sujeto. Al conjunto de estas prácticas y discursos, diferentes para cada momento histórico, es a lo que llama Foucault tecnología”.[2]

 Sin embargo, la sociedad de control no se limita únicamente a la vigilancia tecnológica, sino que también abarca aspectos más amplios de la vida cotidiana, como el trabajo, el consumo y el ocio. En este sentido, la educación juega un papel central en la reproducción de las lógicas de poder y dominación que caracterizan a la sociedad de control.

Las instituciones educativas actúan como dispositivos de normalización y disciplinamiento, donde se inculcan valores, creencias y comportamientos que reflejan las demandas del mercado laboral y la lógica del capitalismo neoliberal.

Desde la perspectiva foucaultiana, la crítica y la resistencia se convierten en herramientas fundamentales para desestabilizar las estructuras de poder y subvertir los mecanismos de control que operan en la sociedad y en la educación. La crítica implica cuestionar las narrativas dominantes y las formas de conocimiento institucionalizadas, mientras que la resistencia implica la adopción de prácticas y estrategias que desafíen las normas establecidas y promuevan la autonomía y la libertad individual.

 En este sentido, la educación emancipadora se presenta como una alternativa frente a la lógica de la sociedad de control. Una educación emancipadora busca fomentar el pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad de reflexionar sobre las estructuras de poder y dominación que configuran nuestras vidas. En lugar de perpetuar la lógica del control y la vigilancia, la educación emancipadora busca empoderar a los estudiantes para que se conviertan en agentes de cambio y transformación social.

Para alcanzar este objetivo, es necesario repensar los modelos educativos existentes y promover prácticas pedagógicas que fomenten la participación activa de los estudiantes en su proceso de aprendizaje. Esto implica ir más allá de la mera transmisión de conocimientos y promover un enfoque más centrado en el estudiante, donde se valore la diversidad de experiencias y perspectivas y se fomente el diálogo y la colaboración como herramientas para la construcción colectiva del conocimiento.

 El concepto de "sociedad de control", inspirado en las ideas de Michel Foucault, ofrece una lente crítica para comprender la dinámica educativa del siglo XXI. En esta sociedad, el poder disciplinario ha evolucionado hacia formas más sutiles y omnipresentes, donde la vigilancia y la regulación se extienden a través de tecnologías de información y redes descentralizadas. En el ámbito educativo, esta evolución se refleja en la constante evaluación y vigilancia de estudiantes y docentes, la individualización del aprendizaje mediante tecnologías educativas, y la gestión de la conducta y el rendimiento a través de sistemas de seguimiento. Si bien estas prácticas pueden ofrecer eficiencia y personalización, también plantean preocupaciones sobre la erosión de la privacidad, la estandarización del aprendizaje y la coerción del comportamiento. Este análisis invita a reflexionar sobre cómo las estructuras de poder se manifiestan en el entorno educativo y a cuestionar la naturaleza del control ejercido sobre los individuos. Promover una educación que fomente la autonomía, la diversidad y la participación crítica puede ser fundamental para contrarrestar los efectos negativos de la sociedad de control en el ámbito educativo.

 El análisis foucaultiano de la sociedad de control nos ofrece una perspectiva crítica sobre las dinámicas sociales y educativas del siglo XXI. La transición de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control plantea importantes desafíos y oportunidades para repensar la forma en que concebimos la educación y la formación de los individuos en la era digital. Desde la perspectiva de Foucault, la crítica y la resistencia se convierten en herramientas fundamentales para desafiar las estructuras de poder y construir un mundo más justo, inclusivo y emancipador.

 

  



[1] https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-43602017000100317

[2] https://revistafilosofia.uchile.cl/index.php/RDF/article/view/47744/50104

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